Un Deseo de Muerte
Historias de una época pasada.
A ti, mi salvador de almas.
Añoro las caricias que un día sentí; mi rostro frío apreciaba el calor de tus manos,
pues secabas las lágrimas sentidas de dolor y de sufrimiento mi corazón.
Me convencías de que no saltara al vacío...
Y mi corazón vacío solo siente ahora soledad,
aunque arropado con los mantos de la noche, sigue estando frío y apagado.
Luna llena observa atenta mis actos de desesperación.
¿Tanto dolor es capaz de acumular nuestro cuerpo?
-“Lo siento... lo siento... lo siento...”– mi mente habla -“no sufráis mi pérdida pues mi vida ya no tiene valor”-
Intentaste agarrarme casi en el último momento, pero no llegaste a tiempo...
Casi inconsciente, entre tus brazos, conseguí sentir el roce de tu cuerpo, el cariño de tu piel, y la ternura de tu mirada...
Al poco desperté, pensé que era la muerte, que mi hora llegó; era el cielo quien me salvó, fue la luna quien me guió.
Te pedí explicaciones de lo ocurrido, no entendías lo sucedido, qué pena la mía no haber caído...
Histética comencé a tornarme, tú intentaste calmarme, y el deseo comenzó a llenarme.
Un cálido beso, en los labios, me entregaste.
Y la frialdad de mi alma comenzó a descongelarse.
Ahora, son dos almas oscuras, fundidas en una sola.
Junto a la luna, quien sigue observando, tímida se descubre.
Al igual que los lobos, entregándose a la luna, aullando apasionados,
Como nosotros al deseo entregados.
