Ahí estaba ella, viendo en el cielo como aparecían las estrellas una a una mientras el sol se ocultaba en el horizonte, el viento le soplaba una caricia en su rostro mientras que al mismo tiempo jugaba con su cabello.
En su rostro se dibujaba una sonrisa puesto que sentía una calidez tan pacífica que hacía bastante tiempo que no se sentía tan confortada.
A la distancia yo solo la observaba, callado admiraba su gran belleza, que a su vez dolía mirarla dolía puesto que estaba muy claro en mi mente que nunca se fijaría en mi.