Si de oro planeta soy de otro planeta he de ser, el gris confronta al
verde como las azucenas rellenan el vientre. El verde increpa al gris y la
monotonía de la relación se recicla en un desear apasionado de raíces
de embrión terciopelo rosa, coagulado en el híbrido placer de la
curiosidad. Nacimiento fidedigno cruel e increpante, retoca la prontitud
telepática de la monotonía holográfica. Es un juego de colores y un
reverdecer del pasto, que acumula la verdad única de que solo el azul y
el rojo prevalecen sobre la intolerancia de las razas estirpes de la
longevidad creada a partir del imaginario estar. Cuadrúpedo incesante,
dos mentes por doquier y una eternidad garantizada en los designios
del ayer.