Leopoldo Lugones

Primer violín

Largamente, hasta tu pie
se azula el mar ya desierto,
y la luna es de oro muerto
en la tarde rosa té.
 
Al soslayo de la luna
recio el gigante trabaja,
susurrándote en voz baja
los ensueños de la luna.
 
Y en la lenta palpitación,
más grave ya con la sombra,
viene a tenderte la alfombra
su melena de león.
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