Amor que en una soledad de perla
veló el misterio de su aristocracia,
donde, sino el encanto de tu gracia,
no hay otro que estar triste de no verla.
.
Dichosa angustia de buscar tus manos,
como si en la tristeza incomprendida
de tus ojos profundos y lejanos,
hubiera ya un comienzo de partida.
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Trémula adoración que es el sustento
de aquella aroma que tu amor resume:
levedad generosa del perfume
cuya vida es un desvanecimiento.
.
Ligero llanto en que la dicha emana
su oscura plenitud de noche bella.
Inquietud de mirarte tan lejana
y tan azul, que te me has vuelto estrella.