Estoy de vuelta en el mismo lugar, donde las espinas de nuestras flores no nos pueden atravesar y nuestras acciones no afectan nuestro caminar.
Veo la cafetera gotear mi café, con densas gotas negras inundar la taza que usaba en nuestro encontrar, recordándome nostálgicamente que ya no estás.
Y sé que es mejor esta situación, donde la vida de ambos están separadas y no compartimos nuestros dramas.
Sé que es mejor esta situación, porque mis huellas no eran las que tus pies querían pisar ni tus párpados me dedicaban esa mirada que le dedicabas a tu primer atardecer.
Y nuévamente, sé que es mejor esta situación, porque mi piel tiene cicatrices del ayer y tu corazón vive en el recuerdo de lo ya no puede ser...
Pero se me desgarra el cuerpo cuando te veo llorar y siento que voy a quemar el mundo por cometer el pecar de tus emociones dañar.
Y quisiera correr y cada lágrima acariciarte, porque ver tu lagrimear me consume la felicidad y mientras estas se arrastran en tu rostro, yo me quiebro; como ver un ignorante manchar de cualquier inmundo líquido la obra de arte más adorada por la humanidad, así es mi pesar.
Pero soy prisionero de nuestra distancia, esclavo de los impulsos de abrazarte una noche más pero controlado por la promesa de que mi ausencia te traerá más paz.
Y hoy es una noche más, una noche más donde maldigo a toda la humanidad por todas sus acciones que llevaron a que se cometiera el pecado capital de tu corazón lastimar.
Y siempre será así, mi amor, siempre que sólo pueda contemplar tu rostro llorar, yo arderé por la eternidad.