Tu corazón, erial desolado por donde sólo pasaba el viento.
El Dock era el lugar en el que habitaba tu corazón /.../
paisaje desolado de escombros, río turbio.
Páramo de sueños a punto de ser soñados /.../
Tierra baldía, despojos de soledad.
Allí habitaba tu corazón.
Caminito porteño de arrabal amargo/
al sur de una ciudad que respira óxido y alquitrán.
Se te endureció la piel de estar tan cuarteada, arrabal porteño.
Erial de un puerto sin barcos, agua estancada.
Allí habitaba tu corazón.
El Dock cobija en su oscuridad heridas abiertas, cayos resecos de silencio;
acuna sueños huérfanos, resquebrajados como hojas secas del otoño.
Cobija, acuna, adormece...
Erial de páginas rotas, manchadas de vino, de aceite, de suciedad.
Restos de un naufragio/ fragmentos entrecortados de fatigas.
Erial de palabras huecas/
de historias que ruedan en páramos desolados, secos/
a la espera de un nómade que las recoja y las lea. Otro comienzo.
Erial del Dock, riachuelo en los márgenes del exilio, del auto exilio,
transbordador del tiempo hacia un puerto de aguas negras.
Erial del Dock refugio de marginados/
el Docke, grieta de oxígeno entre dos mundos.
Allí habitaba tu corazón.