I
Tengo una sed de vinos capitosos
—venusino furor, pugnas salaces,
ojos enloquecidos por el éxtasis,
bocas ebrias, frenéticos enlaces—.
Tú, Dinarzada, tú, fogosa mía,
tú, Melusina, vid de mis deseos:
¡dóname tu lagar tibio y recóndito!
quiero oprimir tus uvas!
Y tus vinos
exprimir!
—fulgurante filtro cálido
para mi sed de zumos citereos!
II
Tengo una sed de búdicos nirvanas
—xahareño no oír, callada acidia,
ojos enceguecidos por el éxtasis,
espiritual ardor, psíquica lidia—.
Tú, viaje azul, deliquio, noche intacta,
música..., oh tú, mi inasequible dueño:
¡llévame a tus refugios ataráxicos!
quiero tañer tus fibras!
y el prodigio
de tu entraña exprimir!
—don inefable
para mi sed de fugas y de ensueño.