Nueve segundos en imperativo.
Bríndame
miradas fortuitas
llévame
a la cálida brisa
regálame
minutos sin tiempo
cúbreme
en estaciones correctas
cuídame
del beso amargo
obséquiame
libros viejos
dedícame
canciones tristes
concédeme
ser amantes eternos
píntame en la piel
un amanecer perfecto.