Entendí la libertad
en una rosa roja
en sintonía con la sangre,
parecía una señal.
En silencio,
como se acostumbra
a presentar la fuerza,
florecía
de noche y de día.
Las espinas
la protegían
y si la cortabas
se moría.
Solo podía echar raíces
alejada del bullicio.
Entendí que permanecía
donde nadie la empequeñecía,
y que su nombre
era su hogar.