Entonces creo que solo soy el banquillo sucio de una plaza donde solían rozar tus manos
Donde regalabas algo de tu calor, el cual tímidamente guardabas.
Solía creer que eran pequeños destellos de astros que habitaban en las yemas de tus dedos.
Tiernamente me regalabas sonrisas fogosas, toques de mariposa, el calor de un fuego que creí eterno...
Mi amor, desde el fondo en el fin de todo esto me despierto y continúo poco a poco, aun sin ti.
Y nada tiene sentido alguno aun en este haber de bailes ajenos y sonrisas paralelas, solo tú y esa impulsiva palabra que florece corazones.
Corro despavorido, me regreso a aquel lugar... las luces en una tenue tez de naranja y tú estabas hermosa... y fue un error amarte a ti, de esa forma, justo en ese momento.
Es triste acabar así, estar acabado y que, aun por encima, te siga amando (más allá del dolor y de la angustia).