En la fuente cristalina
De su jardín solitario,
Se baña la fiel sultana
De hermoso cuerpo rosáceo.
Ya no ocultan finas telas
De su seno los encantos,
Ni la red de hilos de oro
Sus cabellos destrenzados.
El sultán que la contempla,
Tras los vidrios del serrallo,
Dice: —«El eunuco vigila,
Yo solo la veo en el baño».
—«Yo también, —dice una nube
Que cruza el azul espacio—,
Veo su cuerpo desnudo
De mil perlas inundado».
Pálido Achmed, cual la Luna,
Toma el puñal en su mano
Y mata a la favorita...
Cuando la nube ha volado.