Yo no temo el rigor de los tiranos
Ni el azote brutal de injusta suerte:
¡Témole a tus hechizos sobrehumanos!
¡Lo mismo dan la vida que la muerte!
Aunque apartarme de tu lado quiera
Siempre al poder de tus encantos cedo.
¡Vivir lejos de ti me desespera!
¡Estar cerca de ti, me infunde miedo!
Por más que avanzas, con ligero paso,
Hacia la tumba, libre de pesares,
Tienes los esplendores del ocaso
Y el encanto terrible de los mares.
Dios puso el mal, bajo las formas bellas
De tu cuerpo gentil que al mundo asombra,
Como puso detrás de las estrellas
La región tenebrosa de la sombra.
Por alcanzar la apetecida palma
De tu amor, olvidando tu pasado,
Todo en el mundo lo perdió mi alma...
¡Hasta el orgullo de sufrir callado!
La hora de ser grande ya me tarda
Porque anulas mis fuerzas infinitas;
Cuando quiero ascender, dices: aguarda
Mas si intento bajar, me precipitas.
Queriendo hallar a mi pasión remedio
Pedí al estudio bienestar profundo,
Pero salí, impulsado por el tedio,
A buscarte de nuevo por el mundo.
Ya no podré nunca libertarme
De esta pasión, que causa mi locura,
Fíngeme que has llegado a idolatrarme
Y déjame creer en la impostura.
Ayúdame a salvar mi obscuro nombre
De las obscuras ondas del olvido,
Que sólo la mujer hace del hombre
Héroe adorado o criminal temido.
Si me guía la luz de tus miradas
Escalaré, con épico heroísmo,
De la gloria las cimas escarpadas,
Aunque ruede sangrando en el abismo.
Pero si tu alma indiferente, helada,
Nunca habrá de ser mía, a ningún precio
No arrojes en mi alma lacerada
El dardo ponzoñoso del desprecio.
Déjame sólo desatar los lazos
En que me tienen tus encantos preso,
Porque mi vida dejaré en tus brazos
Cual en tu boca mi ardoroso beso.
Y mi alma amable, soñadora y fresca
Está por tu pasión envilecida,
Como ligera mariposa blanca
En pantano de sangre sumergida.