En mi gran soledad florece el canto.
Girasol de una luz recién creada,
porque teniendo rota la mirada,
fluía sólo la fuente de mi llanto.
Pero venciendo al ogro del espanto
llegaste tú, tan tierno en la jornada,
que un girasol de luz recién creada
me convirtió la sombra en amaranto.
¡Ah!, secreta dulzura de este verso
en que yo puedo darte el universo
como se da una flor, un pez de oro,
una fugaz centella, un sicomoro,
una lágrima azul, o un esplendente
ruiseñor de cristal resplandeciente.