Delicia, delicia de la casa en sombra,
de la casa fresca bajo la canícula,
de la mecedora y el libro en la verde
penumbra del patio techado de parras
donde runrunean avispas glotonas
y toda la siesta canta una chicharra.
Y luego, ¡delicia del sueño que afloja
la loca y eterna tensión de mis nervios!