Ebulle al candor del éxtasis,
retumbar de la memoria,
después de tan largas norias,
de derrotas, pura síntesis,
y de hartazgo de la mímesis,
despunta la hermosa lumbre,
se pavonea en la cumbre,
rojigualda y corazón,
motor rugiente y león,
encanto de quien vislumbre,
su dulce sabor de néctar,
de Excalibur escondida,
ajena, mientras dormita,
a las taciturnas lenguas
rectas en sinuosas rectas.
Y rehúye del sabueso
ennegrecido y tan tieso,
de un seguido frenesí,
contra el mundo y contra el fin,
contra las mareas, necio.
Y en el fondo de la nada,
brilla la perla, hermosa hada
destierra la inexistencia,
todo inunda su presencia,
y rompe las norias magas.
Se hincha el pecho de la euforia,
del mundo barre la escoria,
retumba fuerte el bufido,
se enarbola cual rugido
ardiente que es la victoria.