El Poeta Juan Ramón Jiménez jugó con tanta libertad a las palabras que alcanzó insospechados niveles de perfección. Era su juego tan libre que requería valor y carácter para abrir paso a la imaginación. Atributos que el inolvidable autor tenía de sobra.
En el presente poema nos enfrentamos a un estado de irremediable desencanto. El mismo río, nuevo cada instante se lleva sus horas que desembocarán en el inmenso océano de hastío. Ha mirado cómo sus más caras esperanzas y el grano de mostaza de su fe quedaron hechos trizas en un cataclismo intempestivo.
En las cuatro caras del horizonte no encuentra alternativa alguna. ¿Fatalidad? ¿"Mala estrella"? ¿Saña de algún titiritero de hados desafortunados que busca entretenerse? No importa. El valeroso Juan Ramón, que no sabe cómo cambiará la página del calendario, ha hecho con tal desastre personal, gran Literatura.
Alfredo Jiménez G.
8aEl Poeta Juan Ramón Jiménez jugó con tanta libertad a las palabras que alcanzó insospechados niveles de perfección. Era su juego tan libre que requería valor y carácter para abrir paso a la imaginación. Atributos que el inolvidable autor tenía de sobra. En el presente poema nos enfrentamos a un estado de irremediable desencanto. El mismo río, nuevo cada instante se lleva sus horas que desembocarán en el inmenso océano de hastío. Ha mirado cómo sus más caras esperanzas y el grano de mostaza de su fe quedaron hechos trizas en un cataclismo intempestivo. En las cuatro caras del horizonte no encuentra alternativa alguna. ¿Fatalidad? ¿"Mala estrella"? ¿Saña de algún titiritero de hados desafortunados que busca entretenerse? No importa. El valeroso Juan Ramón, que no sabe cómo cambiará la página del calendario, ha hecho con tal desastre personal, gran Literatura.