En el fondo de la estancia...
En el fondo de la estancia
un instante nos hallamos;
la sombra nos envolvía
y nadie quiso mirarnos.
Yo sentí que me embriagaba
el perfume de los nardos
que le prendí aquella tarde
sobre su vestido blanco.
Como entonces nos queríamos,
nuestros sueños se cruzaron:
yo me encontré sus mejillas
y ella se encontró mis labios.
La sombra nos envolvía
y nadie quiso mirarnos;
y sin turbar el silencio,
dulcemente nos besamos.