ENSEÑARLE AL MONO A ESCRIBIR POEMAS
No tuvieron demasiadas complicaciones
para enseñarle al mono a escribir poemas:
primero lo amarraron al asiento,
luego le ataron a la mano un lápiz,
el papel clavado ya a la mesa.
Entonces el Dr. Salvia se inclinó
a su hombro y le susurró al oído:
«Pareces un dios, ahí sentado.
¿Por qué no escribes algo?»