Miguel Merino

EL MONUMENTO DEL POETA

Un monumento he culminado más duradero que el bronce,
uno más alto que la regia tumba de las pirámides,
uno tal que ni voraces lluvias ni desatados vientos
podrán derribar, ni el sucederse innúmero
de los años, ni la fugacidad de los tiempos.
 
No moriré del todo ya, buena parte de mí
escapará a Libitina: sin cesar, en la posteridad
renovado, creceré, siempre y cuando
al Capitolio suba con la callada virgen el pontífice.
 
De mí se dirá—donde violento el Áufido retumba
y Dauno, escaso de agua, reinó sobre pueblos
agrestes—que pude, aunque de bajo extracto,
ser el primero en traer a la cadencia itálica
el canto eolio. Acepta la soberbia, Melpómene,
bien la mereces, y a mí, sé tan amable
de ceñirme el cabello con el laurel de Delfos.

Horacio, Odas III, 30

#Horacio

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