En una noche fría y oscura, tan negra como mis pupilas
Tristemente un buen cristiano
Entierra el cuerpo de su amada
Tras un siniestro vertedero,
En una hora donde la luna llenara su vacío,
Tejera su nido la araña,
Y aran los insectos el nido en su piel muerta.
Por el resto de los días oirá en su frente condenada
El triste aullido de los perros y lobos,
Tendrán piedad de ese pobre miserable
Que a la tumba llevo a su amada.