Juan Eduardo Cirlot

Tono de Conjuro

Cada grito que pide un lunar eco
es la sed que atormenta a un árbol seco.
 
Cada piedra que sola se levanta
es la estela de un dios que nadie canta.
 
Cada surco de cal, cada amargura
es el muro sin luz de mi locura.
 
Cada rosa de vidrio, cada llama
es la voz de un temblor que me reclama.
 
Cada playa sin mar, cada desnudo
es el campo de sol que nunca eludo.
 
Cada sangre que sé, cada manzana
es la senda, del mundo, más lejana.
 
Cada verso que escribo, cada canto
es tan sólo un conjuro; sólo tanto.
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