Vamos en el asiento trasero del auto
rumbo a Yucatán
mi mano bandida
se desliza bajo la delgada tela
de tu blusa
y rodea una de tus tetas,
es bastante suave y
a pesar de que no es para nada pequeña
mi mano consigue
cubrirla por completo,
su calidez abraza mi palma,
es más caliente que mi sangre/
la luz está ausente
los árboles se quedan atrás
los paisajes borrosos lamen
los cristales del auto.
Quedarse dormido en
los viajes de carretera es
como quitarle la sangre a
una revolución
mis dedos rodean tu
pezón y se endurece,
una llanta en un bache,
sacudida
un insecto estalla contra el
parabrisas
me siento bien,
ojalá nunca lleguemos
ojalá nos pudiéramos
quedar aquí atrás
para siempre.