Juan Clemente Zenea

Introducción

Al salir temblando Véspero
del seno azul de los mares,
viene a besarme la frente
la musa de mis romances.
Mas no penséis que en mi espíritu
se entronicen vanidades,
porque yo mismo lo he dicho:
¡mi esperanza es un cadáver!
 
Yo canto como los pájaros,
yo entonces lanzo a los aires
en la voz de la alegría
la expresión de hondos pesares.
Morirá mi acento lánguido,
y si algún eco dejare
en la atmósfera del siglo,
no podrá ofender a nadie.
 
¿Qué hallaréis en estas páginas?
Unas baladas fugaces
en que a las brisas del mundo
el alma sus flores abre;
Recuerdos de nieblas lúgubres,
melodías de los valles,
himnos del cielo en el golfo,
tristes lamentos de un sauce;
 
Que ese sol que baja pálido
tras mis montañas natales,
y ese murmullo del bosque
que vaga en ondas errantes;
¡Me anuncian, ¡ay!, el crepúsculo
de una ilusión adorable,
la noche en mi pensamiento,
y en mi corazón la tarde!
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