#EscritoresEspañoles
La navidad sin ti, pero contigo. Como el volver a ser cuando empieza a nacer verde de vida y de memoria, el tri… Porque tú no estás lejos.
Nubes altas. Viento frío. La tarde dobla en el río su capote de paseo... ¡Flores tiene mi deseo para ti, cariño mío!
Tarde abajo, el mayoral de los siete toros negros va sorbiéndose en un triste rojo crepúsculo lento. Zahones de hipocresía
Yo sé que estás conmigo, porque to… las cosas se me han vuelto clarida… porque tengo la sed y el agua junt… en el jardín de mi sereno afán. Yo sé que estás conmigo, porque he…
¡Entre los geranios rosas, una mariposa blanca! Así me gritó la niña, la de las trenzas doradas: —corre a verla, corre a verla,
Señor: yo sé que en la mañana pura de este mundo, tu diestra generosa hizo la luz antes que toda cosa porque todo tuviera su figura. Yo sé que te refleja la segura
Soledad sabe una copla que tiene su mismo nombre: Soledad. Tres renglones nada más: tres arroyos de agua amarga,
Y es que Andalucía es una señora de tanta hidalguía que apenas le importa “lo materiá”… Ella es la inventora de esta fanta… de comprar y vender y mercar
¡Ay, que dolor! Aquel niño marinero, moreno de brisa y sol, aquel niño marinero y a ratos mariscador,
¡Cómo volaba el pensamiento mío!… Fue un dulce anochecer. Se adivin… por su rumor, bajo la peña, el río… y la mano del viento preludiaba un aria triste en el pinar sombrío…
¡Bendito seas, Señor, por tu infinita bondad; porque pones con amor sobre espinas de dolor rosas de conformidad!.
Única turbación y melodía de tu belleza toda en paz lograda, la fuga musical de tu mirada, sobre la sabia y pura geometría de tu cuerpo sin tacha, es una fue…
El gozo del mundo se entra dentro de mi corazón. ¡Estrecho gozo el que cabe en tan estrecha mansión!. El gozo que entra en nosotros:
Señor: para estos días de Año Nuevo te pido antes que la alegría, antes que el gozo claro y encendid… antes que la azucena
Yo te siento en la rosa. Tanto más grande siento yo mi alma… cuanto son más pequeñas las cosas que la mueven. ¡Ay esas almas lentas