¿Por qué será soledad? Que no hay quien te quiera... ¿Qué mal le has hecho a la gente? Que nadie quiere tenerte,
Hoy he escrito sobre lo que me gustaría llamar “el sueño de un caminante”. Es cierto que no me gusta ser impulsado por el viento durante mi paseo, pero sí es cierto que me gusta caminar...
Recuerdo que la tarde de otoño era lluviosa; aparté la vista del libro que estaba leyendo con la intención de encender la luz del cuarto de estar, cuando el timbre en la entrada se dejó...
A la orilla del mar soñé, que eras tú mi querer. Mas con pena y desilusión me desperté. Cuando el cielo ya no sea azul
El bosque se desnuda..., ya se calma el viento. Las hojas se retuercen... Unas lloran, otras mueren riendo.
Sólo me importa tu vida. solo me importa el momento, y escuches cuando te diga: Mi vida... ¡Como te quiero...! Nada me importa el dinero,
Alma errante... son de copla... Que, arrebatando el sentido, va a morir en el olvido, donde los grandes descansan.
Me acerqué a ti en silencio, posiblemente me esperabas. Me acerqué, como la brisa caliente, un día de verano... Y puse mis labios sobre tu
Negro luto guarda siempre. Y cuando llega a mi puerta, a mí me gusta el momento de salir a contemplarla. Escondiéndose en la hora
Hoy leí en grandes carteles que... ¡Nos han prohibido el amor! Y me fui a llorar mi tristeza a un rincón donde nadie me viera. Volví y escribí ¡Te quiero!
Eran pasadas las cuatro y me desperté buscando tu mano: después tu cuerpo... que yo creía junto al mio. Sólo encontré sal esparcida
Soñé como el poeta, que vivía... Pero sentí como su mano fría, mi garganta oprimía. Giré la cabeza... Tú me sonreías
Antes de conocerte... Ya te sabía. Te he soñado tantas veces que ya conozco tu vida. Tu pelo no tiene trenzas,
Quedome en la boca un gusto amargo. Con aquel último beso que nos dimos... Tú reías aún, y yo;