Siniestra es la raíz del Luzbel de mi carne
y sombría la estrella de tu sabiduría.
Ocultos son los fuegos, Señor, donde consumes
este tallo desnudo que es apenas mi vida.
Negra luz de la tierra, roja luz de tus ojos,
iguales son las llamas por tu mano blandidas,
fulgiendo en este páramo donde habitamos tristes,
soplados por el viento de tu luz ofendida.
Restitúyeme puro a esta tierra que piso
o dame la luz alta que en las estrellas brilla.
Yo quiero ser el Arbol, quiero tener mis frutos:
la tierra, el mar, el cielo, la eternidad perdida.