Me ha calentado el sol y a tantos años
que pienso que mi entraña está madura
y has de bajar, Señor, para arrancarme
con tus manos inmensas y desnudas.
Pleno y dorado estoy para tu sueño;
por él navegaré como una luna
que irá brillando silenciosamente,
astro frutal sobre tu noche pura.
Una nube vendrá y acaso borre
mi luz para los vivos y, entre lluvia,
zumo dulce de Ti, te irá cayendo
la savia de mi ser, como una música.
Será que estaré muerto y entregado,
otra vez, a la tierra de las tumbas.
Pero, sangre inmortal, mi roja entraña
de nuevo quemará tu luz futura.