El sueño de aquel hombre que tenia un crimen sobre la frente
andaba doblandose y desdoblandose por las esquinas.
En las ventanas de toda la ciudad
empezaron a apagarse aquellos ojos parpadeantes,
que querian contemplar hasta lo ultimo
la extraña agonia de la noche.
Bajo la tierra, los arboles
apresuraron el doloroso entierro de sus raices.
(La luna estaba a punto de escupir sangre
en su penoso esfuerzo por desgarrar las tinieblas).
Dentro de las casas
las corbatas se deslizaban bajo las puertas
y cuando una mano invisible
encendió la luz
no pudo ver que eran serpientes
que iniciaban su huida
hacia los zapatos vacios.
(Habia en el aire un sabor de timbre estrangulado
que recorria el silencio como un escalofrio).
Y el hombre del crimen sobre la frente
andaba, loco, por los bordes de la noche,
buscando su sueño
en todos los rincones de la sombra.