¿Piensas en mi rival, Aloide mía?
Antes escucha. Entre la calma etérea
ya con ala temblante en danza aérea
gustó el colibrí el pétalo de un día.
¿No es hora ya de amor? La ancha bahía
con su móvil cendal de tinte acérea
brinda a nuestra gimnástica funérea
la orla blanda y fugaz de su onda fría.
Antes que con él nade en giro ardiente,
ni el primer emplumar del tocoloro
en el areito adornará mi frente.
Ni garza cazaré, ni alción canoro:
ni adoraré tras el palmar durmiente
la amiga luz de tus chagualas de oro.