José Iglesias de la Casa

Siendo yo tierno niño...

Siendo yo tierno niño,
iba recogiendo flores
con otra tierna niña,
por un ameno bosque,
cuando sobre unos mirtos
vi al Teyo Anacreonte,
que a Venus le cantaba
dulcísimos canciones.
Voyme al viejo y le digo:
«Padre, deje que toque
ese rabel que tiene,
que me gustan sus sones.»
Paró su canto el viejo,
afable sonriome,
cogiome entre sus brazos
y allí mil besos diome.
Al fin me dio su lira,
toquela, y desde entonces
mi blanda musa sólo,
sólo me inspira amores.

El sacerdote salmantino José Iglesias de la Casa (1748-1791) se decantó en su poesía por los temas bucólicos y anacreónticos, los metros cortos y los tonos sentimentales y ligeros del gusto rococó.

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