Cuando no reste ya ni un solo grano de mi existencia en el reloj de arena, al conducir mi gélido cadáver, no olvidéis esta súplica postrera: no lo encerréis en los angostos nichos
#BenítezGautierJosé
Por fin corazón, por fin alienta con la esperanza, que entre nubes de carmín, del horizonte la confín, ya la tierra a ver se alcanza.
Vente, niña, a mi bohío vente, niña, a mi conuco ven, que ya está mi cayuco junto a la orilla del río. Abandona las murallas
Cuán largas son las horas de sufrimiento! Cuán tristes son las noches de los enfermos! Por el día, los ruidos
¡Borinquen!, nombre al pensamiento grato como el recuerdo de un amor profundo, bello jardín de América el ornato, siendo el jardín América del mundo. Perla que el mar de entre su concha arra…
Soñé que la mujer a quien adoro con infame perjurio me engañaba y a otro amante feliz, le abandonaba de su amor el bellísimo tesoro. Soñé que apasionado, que sonoro
El cielo está en calma, la tarde serena, y el sol declinando; y al valle tranquilo dirigen su vuelo las aves de paso. Se ignoran sus nombres, que vienen de le…
Cuando uno muere, en la tumba se queda encerrada el alma, hasta el día que en la losa rueda de amor una lágrima. El sol el llanto evapora,
Nace, vive y adelanta por la senda de la vida, y al recibir una herida la citara toma y canta; Y la turba se divierte
Mientras errante por extraño suelo me acuerde de mi patria; mientras el santo amor de la familia guarde mi alma; mientras tenga mi mente inspiraciones,
Hermosísima Cacica de los montes tropicales, la de la negra melena, la de los ojos muy grandes; tres lunas ha que te busco
La aurora lucia tranquila en Oriente, la luz inundaba los montes y valles, las flores abrían los pétalos leves y a Dios saludaban trinando las aves. Solté mi barquilla, y al centro del río
En gótica estrecha torre que el agua del Tajo baña, y que un peñasco domina, como lúgubre fantasma que en triste noche de insomnio
Ella tiene la gracia seductora que a mí me enloqueció. Ella tiene, en los ojos, del lucero la limpia irradiación. Ella tiene un hoyuelo en la mejilla
Cuando no quede ya ni un solo grano de mi existencia en el reló de arena, al conducir mi gélido cadáver, ¡oh!, recordad mi súplica postrera: “No lo encerréis en los angostos nichos