José García Nieto

Madrigal

Porque te hice de la nada,
de la sorpresa y el deseo,
de la carne de las palabras
y con la forma de los sueños,
 
y porque sólo una mirada,
sólo un temblor entre mis dedos
eres, y por mis labios pasas
dándole alivio a mi destierro,
 
en la alta noche me amenazan
tus vecindades tan sin peso;
la soledad cerca mi alma;
hombre de barro soy y temo.
 
Llega la estrella a mi ventana.
Como te hice te recuerdo.
Duermes. Yo soy el que te canta,
hacia la muerte, con el viento.
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