¡Poeta!, ¡di paso los furtivos besos!... ¡La sombra! ¡Los recuerdos! La lu… allí ni un solo rayo... Temblabas… Temblabas y eras mía bajo el folla…

El verso es un beso santo. ¡Poned… un pensamiento puro, en cuyo fondo bullan hirvientes la… como burbujas de oro de un viejo v… ¡Allí verted las flores que en la…

Melancólica y dulce cual la huella que un sol poniente deja en el azu… cuando baña a lo lejos los espacio… con los últimos rayos de su luz mientras tiende la noche por los c…

¡Rítmica Reina lírica! Con venusi… cantos de sol y rosa, de mirra y l… y polícromos cromos de tonos mil oye los constelados versos mirrino… escúchame esta historia Rubendaria…

No fue pasión aquello, fue una ternura vaga lo que inspiran los niños enfermiz… los tiempos idos y las noches páli… El espíritu solo

Juan Lanas, el mozo de esquina, es absolutamente igual al Emperador de la China: los dos son el mismo animal. Juan Lanas cubre su pelaje

De placeres carnales el abuso, de caricias y besos, goza, y ama con toda tu alma, ilus… agótate en excesos. Y si de la avariosis te librara

Tú no lo sabes, mas yo he soñado Entre mis sueños color de armiño, Horas de dicha con tus amores, Besos ardientes, quedos suspiros Cuando la tarde se tiñe de oro

Alguna amarga lágrima vertida Al pensar en lo bueno del ausente Como signo de eterna despedida, Y una oración de mística tristeza, Aspiración de la amistad doliente,

De todo lo velado, tenue, lejana y misteriosa surge vaga melancolía que del ideal al cielo nos conduce… He mirado reflejos de ese cielo

Regresar fatigado del trabajo de la diaria fäena e ir a mirarse en lo hondo retrata… de sus pupilas negras cerca del rico piano —mientras vag…

La Muerte: Yo soy la luz, y sin embargo temen Los hombres encontrarme. Yo soy la misteriosa soñadora Que los espacios abre.

Oh dulce niña pálida, que como un… de tu inocencia cándida conservas… a quien los más audaces, en locos… jamás se han acercado con carnales… tú, que adivinar dejas inocencias…

Es la hora de misterio en que el l… al resonar del Ángelus el toque adiós que dice al moribundo día, la campanada bronca, en su casita blanca, a lento paso