Llora conmigo, hermano.
Era mujer y bella. No tenía
nieve sobre los años.
De ella, de mí, de todo
te separaron. Pero el tiempo
te ha devuelto a su abrazo.
A ella y a ti os pregunto
si es posible que todo lo que amé
sea sólo un engaño.
¿Sabéis que espero, a veces,
vuestra voz, y que tengo
los oídos tapados?
¿Sabéis
que niego el pie de vuestros pasos?
Pero no importa. vivo
sobre las ruinas. Amo.
Decidme, sí, decidme,
—aunque no pueda oírlo,
aunque nunca lo crea—
que nada ha terminado.