Cierto chico yendo por una carretera con su padre no quiso
agacharse para recoger una herradura que había en el camino. Su
padre se regresó y la tomó, y al llegar al siguiente pueblo la vendió a
un herrero por dos monedas.
Con ese dinero compró un kilogramo de uvas, fruta que le gustaba
mucho a su hijo. Siguieron por el camino y, al poco rato, el hijo le
pidió algunas uvas a su padre, quien se las daba dejándolas caer de
una en una y de trecho en trecho.
Cuando el chico sació su apetito, le dijo su padre:¿Ves, hijo mío?
si te hubieras agachado una sola vez para recoger las uvas. Ni
hubieras tenido uvas si yo no hubiera recogido la herradura que tú
desperdiciaste.
Autor: Luis Lugo