Te invito, amor, a que nos enseñemos
lo que hemos de aprender de nuestra vida,
a reencontrar la travesía perdida,
a enunciar los valores que valemos.
Tú me enseñaste a navegar con remos
lo que intento en brazada desmedida,
y yo a rehacer tu imagen desteñida
con matices que tú y yo conocemos.
Tú me enseñas a ver cómo te creces
al sentir que mi vista tu piel roza,
hasta que te ame como te mereces.
Y yo te enseño a contemplar la rosa
que en cada espacio de tu cuerpo meces,
hasta que aprendas a sentirte hermosa.