Por un aire juvenil Ha vuelto la golondrina, Entre ventana y tejado —Buen ángulo—nidifica, Cruza con el pico abierto

¡Damas altas, calandrias! Junten su elevación algazara y montaña, todavía crecientes gracias a la mañana

Albor. El horizonte entreabre sus pestañas, y empieza a ver. ¿Qué? Nombres. Están sobre la pátina de las cosas. La rosa

Se junta el follaje en ramo, Y sólo sobre su cima Dominio visible ejerce La penetración de brisa. Desplegándose va el fuste

Sobre el hombro solitario, Tan ligero de tan, duro, (Mira a la aurora en apuro. Fuga del lirio precario) Guarda luces de un acuario,

El aire se serena, Por claridad regala más espacio, Maestro, cuando suena La lira que a tu Horacio No fue más fiel ni dio más gloria…

Noche mucho más noche: el amor ya… Feliz nivel de paz extiende el sue… como una perfección todavía amoros… Bulto adorable, lejos ya, se adormece,

Después de aquella ventura Gozada, y no por suerte Ni error —mi sino es quererte, Ventura, como madura Realidad que me satura

Por el aire de estío La gaviota ascendiendo Domina la extensión, el mar, el mu… Bajo azul, bajo nubes En vellones muy blancos,

Íntima y dúctil, la sombra aguarda… Sobre las piedras y sobre las brañ… Se junta. ¿Fin? El silencio recib… Los sones menguantes del mundo. P… Nada se pierde. La tierra en su s…

Riguroso horizonte. Cielo y campo, ya idénticos, Son puros ya: su línea. Perfección. Se da fin A la ausencia del aire,

¡Damas altas, calandrias! Junten su elevación algazara y montaña, todavía crecientes gracias a la mañana

Es alegre la hierba entre las teja… ¡Qué importan las persianas De penumbra impaciente, Y la fatalidad a plomo ante estas… Y ese muro con ansia de ventanas,

Alguna vez me angustia una certeza… y ante mí se estremece mi futuro. Acechándolo está de pronto un muro del arrabal final en que tropieza la luz del campo. ¿Mas habrá trist…

(El alma vuelve al cuerpo, Se dirige a los ojos Y choca.) —¡Luz! Me invade Todo mi ser. ¡Asombro! Intacto aún, enorme,