El vaivén de la esquila De la oveja que pace... En su punto la tarde: Fina monotonía. ¡Polvareda de calma,

La caricia adormece, y a una región conduce más cercana a la tierra, a su silencio y sueño, bien tendidos, dichosos.

¡Oh melenas, ondeadas a lo príncipe en la augusta vida triunfante: nos gusta ver amanecer -¡doradas surgen!- estas alboradas

Miro hacia atrás, hacia los años,… Y se me ahonda tanta perspectiva Que del confín apenas sigue viva La vaga imagen sobre mis espejos. Aun vuelan, sin embargo, los vence…

Y los ojos prometen mientras la boca aguarda. Favorables, sonríen. ¡Cómo íntima, callada! Henos aquí. Tan próximos.

Noche mucho más noche: el amor ya… Feliz nivel de paz extiende el sue… como una perfección todavía amoros… Bulto adorable, lejos ya, se adormece,

¡Se me mueren! Han vivido con fidelidad: cristianos servidores que se honran y disfrutan ayudando, complaciendo a su señor,

La acumulación triunfal En la mañana festiva Hinche de celeste azul La blancura de la brisa. ¡Florestas, giros, suspiros

Después de aquella ventura Gozada, y no por suerte Ni error —mi sino es quererte, Ventura, como madura Realidad que me satura

(El alma vuelve al cuerpo, Se dirige a los ojos Y choca.) —¡Luz! Me invade Todo mi ser. ¡Asombro! Intacto aún, enorme,

Sí, más verdad, Objeto de mi gana. Jamás, jamás engaños escogidos. ¿Yo escojo? Yo recojo La verdad impaciente,

Conchas crujientes, conchas, conchas del Paraíso... Las descubren, perdidas para los dioses, indios. Entre las arenas los llaman

Un recuerdo—pasado deleitoso— me ataca y se apodera tanto de mí que interna primavera me somete a su acoso. Aquel amor aun vibra

Cierro los ojos y el negror me adv… Que no es negror, y alumbra unos d… Para darme a entender que sí son e… El fondo en algazara de la suerte, Incógnita nocturna ya tan fuerte

¡Damas altas, calandrias! Junten su elevación algazara y montaña, todavía crecientes gracias a la mañana