Jorge Guillén

El cielo que es azul

Festividad

 
La acumulación triunfal
En la mañana festiva
Hinche de celeste azul
La blancura de la brisa.
¡Florestas, giros, suspiros
En islas a la deriva!
Pies desnudos trazan vados
Entre todas las orillas
Que Junio fomenta, verdes
Liberales y garridas.
Y los aros de los niños
Fatalmente multiplican
Ondas de gracia sobrante,
Para dioses todavía.
¡Tanta claridad levantan
Las horas de arena fina!
Los enamorados buscan,
Buscan una maravilla.
¡Qué bien por el río bogan!
¡Al mar! Ya el mar los hechiza
Pero los cielos difusos
Luces agudas enviscan.
Caballos corren, caballos
Perseguidos por las dichas.
¡Vientos esbeltos! Sus ángeles,
Que un frescor de costa guía,
Aman a muchachas blancas,
Blancas, pleamar divina.
Pleamar también del mar
Corvo de animal delicia:
Obstinación de querencia
Turnos de monotonía,
Pero en ápice de crisis
Que tiende choques en chispas
Al azul, aunque celeste,
Vivacísimo en la brisa.
¡Júbilo, júbilo, júbilo!
Y rinde todas sus cimas
—Fuerza de festividad—
Todo el resplandor del día.
 
 

Redondez

 
Restituido a su altura
Más cóncava, más unida,
Sin conversiones de nubes
Ni flotación de calina,
El firmamento derrama,
Ya invasor, una energía
Que llega de puro azul
Hasta las manos ariscas.
Tiende el puro azul, el duro,
Su redondez. ¡Bien cobija!
Y cabecean los chopos
En un islote de brisa
Que va infundiendo a la hoja
Movilidad, compañía,
Situadas, penetradas
Por el mismo azul de arriba.
Azul que es poder, azul
Abarcador de la vida,
Sacro azul irresistible:
Fatalidad de armonía.
 
 

Ardor

 
Ardor. Cornetines suenan,
Tercos, y en las sombras chispas
Estallan. Huele a un metal
Envolvente. Moles. Vibran
Extramuros despoblados
En torno a casas henchidas
De reclusión y de siesta.
En sí la luz se encarniza.
¿Para quién el sol? Se juntan
Los sueños de las avispas.
¿Quedará el ardor a solas
Con la tarde? Paz vacía,
Cielo abandonado al cielo,
Sin un testigo, sin línea.
Pero sobre un redondel
Cae de repente y se fija,
Redonda, compacta, muda,
La expectación. Ni respira.
¡Qué despejado lo azul,
Qué gravitación tranquila!
Y en el silencio se cierne
La unanimidad del día,
Que ante el toro estupefacto
Se reconcentra amarilla.
Ardor: reconcentración
De espíritus en sus dichas.
Bajo Agosto van los seres
Profundizándose en minas.
¡Calientes minas del ser,
Calientes de ser! Se ahincan,
Se obstinan profundamente
Masas en bloques: canícula
De bloques iluminados,
Plenarios, para más vida.
Todo en el ardor va a ser,
Amor, lo que más sería.
¡Ser más, ser lo más y ahora,
Alzarme a la maravilla
Tan mía, que está aquí ya,
Que me rige! La luz guía.
Préféré par...
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