Jorge Debravo

Desde la sombra

Grande es la sombra.
Yo la siento enredada en las manos
Como una miel espesa.
Bajo la sombra no sabemos
Si el camino se marcha o si regresa.
 
¡Ah, qué suaves son tus labios!
El beso que acabamos de atrapar es tierno y majestuoso
Como un gran árbol con un follaje nuevo.
 
No me digas nada:
Yo te contaré que hay besos puros y torpes.
Algunos tan ligeros que casi no son besos.
Otros tan violentos
Que los labios se abren y florecen en sangre.
 
A veces me siento triste
Porque las piedras no tienen labios, ni besos, ni palabras.
 
¿Cómo sientes mis manos?
Las has estrechado con las tuyas
Y las has acercado a tus pechos.
Desnudos y tibios
Los he sentido aletear como pájaros vivos
Debajo de mis manos.
 
Para tenerte siempre
Cortaré todas las flores de corola grande
Y te haré con ellas un lecho.
Quemaré todos mis recuerdos, cuando llegue la noche,
Para que no te molesten las espinas.
Cuando te duermas –desnuda entre las flores–
Soñarás que te besa castamente un ángel o un dios.

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