Estética de mi vida
De Jorge Cervantes
Ojalá pudieras compartirme tu complejo y abundante mundo interno,
que se humea en tus acciones y en tus palabras.
Cuando más escucho tus memorias menos te conozco,
y eso está excelente,
porque me apetece comprenderte.
Que frágilmente opaco es la exploración entre dos personas
imaginándose que viven el mismo presente;
cuando existe historia cerrada y escrita
por miradas color vino, mensajes anaranjados a media tarde
y tactos que marcan la tez con un calor rojizo.
La memoria reconstruye risas que nunca se dieron,
bailes que nunca tuvieron el espacio suficiente para nacer,
pláticas ponzoñosas que hubieras deseado escupir.
Uno cree espontáneamente imprudente comprender
el espíritu de con quienes se intima;
observas costilla por costilla, deslizando los dedos por su jugosa carne
pegada al hueso más próximo al corazón.
Acaricio con dulzura las venas, transporte de sangre tibia,
y estimulo esa parte de la corteza cerebral que hará que te acuerdes
de aquella zona de tu complejo y abundante mundo interno
que ocultas a ti mismo y asimismo dejas transparente para los amantes.
