Qué deparará el destino de la mano de Dios,
Pues respiros y segundos son un milagro,
Pasamos mal gastando auras,
cultivando odio en morgue ajena a la raíz de la felicidad,
Buscando encontrar allí en osamenta vana,
la alegria momentánea en dónde refugiar la soledad,
Pero que hay del alma y su razón de ser,
La conexión divina y coexistencia del amor,
Quién llena desconocidamente el furor de la sangre y desprende la divinidad del sol sin arremeter al corazón por deseo,
Procura condenar y envejecer su alma al sesgado obscuro suplicio del vacío eterno.