Jocelyn García

L A N A D A

RELATO

Eran las 6:00 am cuando vi el reloj, estaba nublado y hacía frío,  me aliste con unos pantalones negros y dos chamarras pues  el pronóstico decía que llovería todo el día, Benji; mi perra ya se encontraba aullando en el baño que esta junto a mi habitación, era ya la hora de salir a caminar como lo hacíamos cada mañana.
Mi casa se encontraba cerca de una pequeña montaña boscosa así que regularmente íbamos ahí a pasar el día.
Desde lejos me di cuenta que en la punta de la montaña había una espesa neblina que cubría la cumbre. Me sentía fascinada por el aura de misterio y frío que evocaba.
Empecé a caminar y cada vez el blanco de la neblina se acercaba más a mí, durante todo el camino fui acompañada de sonidos como el crujir de las hojas, el canto de los pájaros  y mis zapatos rechinando por el lodo.
Cuando en la última subida antes de llegar a la cumbre el silencio me ahogo. La soledad me asfixio y el blanco cegó mis ojos.
Éramos solo mi perra y yo atrapadas en una espesa neblina, recuerdo la última vez que vi el reloj 7:55 am. Tenía tiempo me dije, no debía ir a ningún lado, sabía el camino de regreso, el frío hizo que el agotamiento se disipara, así que continué.
Lo único que me detenía era un extraño sentimiento. El miedo.
¿Miedo a qué? Me pregunté.
¿A la soledad?
—Recuerda que vienes aquí porque querías alejarte de todo. Me respondí
—¿Al silencio?
—Vienes aquí huyendo del ruido.
Me di cuenta lo contradictoria que resultaba mi forma de ser, y también de que me sentía   atraída a todo lo que me parecía desconocido y creía peligroso.
¿Dónde quedó tu sentido de supervivencia Jocelyn? Me pregunté en ese momento y me lo sigo preguntando ahora.
Comencé a adentrarme en la nada, en el silencio.
Solo era yo y mis pensamientos
Yo y mi perra.
A medida que desaparecíamos en el blanco, ella volteaba a verme y yo a pesar de estar en la nada mi cabeza se empezó a inundar de pensamientos, nunca tan profundos como para perder a Benji de vista, pues mi preocupación no era yo, no era lo que me sucediera a mi. Era que si a mi me sucedía algo ¿Qué iba a pasar con ella? ¿Qué hubiera sucedido si me hubiera adentrado al bosque sola, sin Benji? ¿Fue ella quien me dio el valor de sentirme acompañada y descubrir que había dentro de la niebla? o ¿Me hubiera dado cuenta del valor de mi vida si iba sola, hubiera regresado a casa o me hubiera adentrado sin más? ¿Mi vida valía mucho o valía poco para arriesgarme?
Al dar pasos... Por inercia te acostumbras, al frío, la soledad, el silencio y el miedo.
Empiezas a encontrar belleza en el gris de las nubes.
Me sentía maravillada y de pronto mis miedos se disiparon para contemplar la belleza que escondía el bosque, mis impulsos de seguir adelante me llevaron kilómetros arriba, hasta que ya no parecía un bosque si no una especie de tierra en el cielo.
Mi al rededor era blanco, no se veía nada, ni árboles, ni colinas, solo lo más cercano que se encontraba a mis pies. Una pequeña isla en medio de las nubes.
El miedo regresó; desconocí donde estaba, me sentía perdida. Benji no dejaba de mirarme caminaba unos cuantos metros y buscaba que yo fuera atrás de ella, era evidente que también sentía un clima raro.
Tomé mi teléfono y mire la hora ¿7:55? ¿Cómo? No entendía, perdí la noción del tiempo, ¿El tiempo no avanzo mientras estuve ahí?
Normalmente documento mis caminatas ya que siempre me sorprenden los lugares que sin buscar encuentro. Y esta vez no sería la excepción, me preocupe poco por la hora y puse mi cámara para tomar algunas fotos, la pantalla estaba negra y mi teléfono empezó a fallar.
Cambie la función a video parecía grabar hasta que me di cuenta de que el cronometro de la cámara marcaba 00:00:00.
Estaba atrapada no solo en la neblina sino en el tiempo. ¿Acaso había muerto?
De pronto mi teléfono se apagó ahora si estaba sola, ya no había un retorno, todo se veía igual. Empezó a llover y me empecé a preocupar.
Aunque otro sentimiento se apoderaba de mi en lo que buscaba el camino de regreso: La satisfacción de saber que la gente se preocuparía por mi.
¿Acaso buscaba situaciones que me pusieran en constante peligro para recibir atención derivado de algún vacío de la infancia? O solo era mi narcisismo queriendo ser el centro de atención.
Entendí algo al estar en la nada y atrapada en el tiempo. Siendo absorbida por la niebla. Mi inexistencia.
Al regresar a casa y ver la hora, todo regresó a la normalidad, habían pasado dos horas de mi desaparición, recibí cientos de mensajes del trabajo, mi esposo y mi madre.
Su preocupación dejó en mi una sensación de alivio, pues mi ausencia no resultaba irrelevante. Mi ausencia se sentía.
Estando perdida no extrañaba a nadie, era una sensación de soledad reconfortante, donde no tenía otra cosa en mente más que explorar un camino que no cambiaba a medida que avanzaba y que no dejaba de sorprenderme.
Varios días seguía dándole vueltas a mi cabeza que parecía un torbellino de ideas.
Porque en medio de la nada, me sature de pensamientos tan profundos, porque en el monocromático blanco descubrí tonalidades nunca vistas, y por qué el silencio me ensordecía.
Trate a la mañana siguiente de regresar era una necesidad que me agobiaba, las lluvias eran torrenciales y esta vez salir resultaba peligroso, una vez disipado el mal clima la neblina desapareció, y también se difumino en mi mente que  sin evidencias fotográficas  y recuerdos borrosos  las sensaciones de ese día. Una experiencia donde no había nada y en la nada descubrí la totalidad de las cosas.

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