Esa persona que te arranca el corazón
y, sosteniéndolo en la palma de su mano,
puede decidir si estrujarlo
hasta hacerlo cenizas
tan finas que una leve brisa difumine,
o guardarlo como el más valioso de los tesoros.
Y en lo que dura un suspiro convertirse
en la más dichosa estrella que brille
en el firmamento, o en esa hoja de otoño
que un día cayó del árbol que le daba vida
y que ahora vaga por el mundo
como la más triste de las almas.
Esa persona sera dueña de tus recuerdos
de tus más enigmáticos pensamientos,
y por la cual vivirás amando, o moriras viviendo.