Yo soy el poema
y me amo, entero.
Amo mis ojos
que se aventuran y se lanzan
directo al pozo profundo del alma.
Amo mi cuerpo
y veo en su textura la divinidad.
Amo mi fluir
entre la espontaneidad y la rigidez.
Amo mi niño
que aprende a jugar
y amo mi adulto
que aprende a ser tierra.
Amo mi mente
hambrienta de saberes las 24 horas.
Amo mi corazón
que, cual magma,
se disuelve en puro éxtasis
y potencia todos los sentidos.
Amo el no saber
para qué estoy en este mundo.
Amo el creer
que sólo a una cosa vine a este mundo.
Amo el saber que transmito
y el saber que recibo;
amo las palabras que me rescataron del olvido.
Y por todo eso, soy el poema
y me amo, entero,
o al menos eso intento.