la luna me susurró tu nombre
y el sol te susurró el mío
una lágrima grabada en una carta
escondida en un cajón
una camisa desabotonada, libre,
que oculta bajo sus pliegues
tres años enteros de fuego desenfrenado
una habitación pulcra
donde la tentación estaba a sólo un paso de distancia
pero para el mundo fue un segundo,
y la nieve seguía cayendo.