el romántico bienestar de mi alma de ojos cerrados,
de quien sueña un sentido
y despierto—en el cuerpo el infierno de la nada—
un cielo enorme de belleza y frío, tan frío y solitario,
y debajo, en una piedra, alguien que gira a todos lados,
que grita, pero cantando,
un sincero y profundo grito más allá de la garganta,
más allá de los pulmones, el sonido;
un baile, un vals, alrededor del fuego,
y las sombras prosiguen en la noche y desaparecen,
en el barro las huellas y en la lluvia el olvido,
y la triste tristísima tristeza de estar solo,
aunque contigo...