Brilla el presente. Todavía aquí en este bote y el lago en calma.
La nube flota también, blanco bajo azul, todavía en su forma.
El calendario marca la identidad de este día con la identidad de aquel otro día.
En el cementerio de los días, siete son los nombres; la tumba sumará
esta única luz y esta única sombra al hueco del domingo.
Siete será recordado, escrito.
Y aún al olvido de los domingos, discute mi transcurso.
Mi nombre es Héctor, el domingo que discute.
Y esta nube está cerca y está anunciada la tormenta.
No hace falta pescar, no estoy aquí por eso.
Al observar peces bajo el agua vuelvo a mi reflejo.
En la curva del cielo se desliza el tan nombrado fuego del sol.
Golpeará su luz el borde curvo de la roca,
los irregurales horizontes se haran fauces en la noche.
Las incontables estrellas acompañarán hasta que todo se decida.
Sobre mi nombre lloverá,
a hundirme con los demás bajo la roca.
Y lloverá en este bote,
aunque disfruto de despejada vista porque brilla el presente
y no el pronóstico.