A veces te cruzó el metal y las ruedas,
tu espalda atestiguó el viento de lo efímero.
Y tus ojos, puestos en la nada, amargaban
los labios puestos en otros...
Quizás quisiste contener el tiempo contra
la memoria: la estampilla contra la carta,
hacia el viaje de un olvido indoloro...
Ahí lo tienes: la lenta arena
del envase,
el fuerte rojo de las tardes
con el otro,
los sexos y las flamas más doradas...
La azul luna de la música blues,
la melancólica bohemia
de las noches
que vieron los ciegos amantes...
Y en la sombra hedor a lo de antes,
a lo perdido
sin reproches al recuerdo.
Y todo aquello en los veloces vagones.
Ni las arenas del tiempo ni la espera
contienen sus cualidades de río...
Recuperarás lo que fue mío,
y miraré desde tus ojos,
como me parto el alma
en esa distancia
que acaba en las Lindes de lo asimétrico.